sábado, 14 de agosto de 2010

Proyecto hosanna

Me inyecto en la vena un millar de palomas

y sufro la ausencia de la decencia en mi, que ella reprocha y reclama,

la misma decencia que le he arrebatado con la vista, paulatinamente.

Cada vez que rezo, siento sus labios sobre los míos, vertebrados.

Labios que se transforman en el estimulante del parto, dando a luz una roja

cabellera.

Así es como logra establecer su propia felonía.

Asumiendo lo codiciosa que es

Y todo lo que me exige.

Ella es el fluído que vibra dentro de mis oídos

el que se declara como una canción grotesca.

doveris

Inevitablemente continuaste la repartición de presentes

como pirata en una jaula de lana

miércoles, 11 de agosto de 2010

idea curricular

Partiendo el “reentrar en si mismo” de todo adolescente, centrándome en mi tácita figura, trascendental incluso a la edad de mis no tan reconocibles semejantes, estudio la facilidad con la que me entrego al material osado de la influencia metálica, esa que absorbe toda inocencia de mi cuerpo, que aniquila mi propia influencia sobre los demás con un afán pasional y que hace fluctuar mis vibraciones entre grupos hormonales a los que llamo pares. Esto sin lugar a dudas es una vertiginosa inspección dentro de mi inexistente útero, latente, aún; en consecuencia vertigino la misma cantidad de capas y absorbo, como lo haría cualquier chica con preocupaciones similares, después de todo no me alejo tanto, realmente, de una. Aún sospecho que la más intensa duda, y más espantosa, se manifiesta al no tener un cierto control sobre mis movimientos, ya sea por el no-temido-copete, por el debilitado desarrollo que he entregado a mi cuerpo o la simple incoherencia de destacar ante lo indestacable de mi mismo. Sorteo a esta duda como un complemento delirante, dentro de un temblor puritano. Me siento drogado, claramente.

También asocio la cleptomanía efectuada en cada una de mis salidas, aquella capaz de extraer como si se tratase del aliento mismo una pizca protocolar del encuentro, “es casi una cosa de respeto” afirmo, siendo dueño de deshacerme de aquello como me plazca, cosa que extrañamente transo. Esta propensión a tomar lo ajeno no siempre ha dado resultado, pero puedo asegurar que rescato cada beso entregado durante mi letargo etílico, incluso aquellos que casi son venidos del averno. Pudiendo incluso incluirlos a mi lista, a mi memorial taoísta, que refuerza la terrible idea para algunos, de que nada de esto es antinatural.

Cada elemento existente en la denominada celebración, ya sea un baño, una pista de baile, una barra un tanto remota o un no menospreciable rincón, es aceptable en las deplorables condiciones que presenta la recreación primaveral de un exponencial hijo de puta irascible en algunos casos o por el contrario un tanto indolente, en resumidas cuentas termina por asumirse un pendejo que declara desconocerse completamente. y que en alejadas ocasiones asume un “reentrar en si mismo”, transformándolo en un significante de mi análisis propio y no del colectivo, así como el sonido que se vuelve música.